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Duro como el acero, Parte 2: Fija tu mirada
El Nuevo Testamento registra de que los primeros cristianos no tenían miedo a las pérdidas. Eran desinteresados y confiaban. Ellos no eran arrogantes ni pretendían poder hacerlo todo por si mismos. Ellos eran humildes porque su confianza no estaba en ellos mismos; estaba en Jesús. Esa fe en quien era Jesús y lo que había hecho por ellos los liberó para amar a otros valientemente. ¿Es nuestra fe así? ¿Cómo cambiarÍa nuestro mundo si así fuera?
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