Asediada en este jueves por una retahíla de trendings relativos al panorama político español, del que deseo abstraerme más que otra cosa, torno mi mirada al panorama internacional y sin salir de la política, os hablo de Julian Assange, cuya causa ha sido respaldada por la ONU al afirmar que su detención fue "ilegal". Assange lleva recluido en la Embajada ecuatoriana en Londres desde el 19 de junio de 2012, cuando solicitó asilo político al país sudamericano. Aunque éste se lo concedió, Reino Unido se negó a darle un salvoconducto, insistiendo en que tiene la “obligación legal” de extraditarle a Suecia. El fundador de Wikileaks fue objeto en 2010 de cuatro denuncias por violencia sexual en Suecia, de las cuales ya han prescrito tres, aunque aún sigue vigente el cargo más grave, el de violación, que no decaerá hasta 2020. Assange asegura no obstante que es víctima de una “persecución política” por parte de Estados Unidos por revelar cientos de miles de documentos clasificados del Departamento de Estado sobre las guerras en Irak y Afganistán y sobre las relaciones diplomáticas con otros países.