The Good Word

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Sábado de la III semana de Cuaresma, Manuel Rodriguez, C.Ss.R.

March 09, 2024

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,


Les doy la bienvenida a "LA BUENA PALABRA", nuestro podcast diario donde los Misioneros Redentoristas de la Provincia de Baltimore comparten la Buena Nueva de Jesús. Soy el Padre Manuel Rodríguez, redentorista, de la Basílica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Brooklyn, Nueva York. Hoy es sábado, 9 de marzo de 2024, en la tercera semana de Cuaresma.


En nuestro programa de hoy, reflexionamos sobre la parábola del fariseo y el publicano según San Lucas, capítulo 18, versículos 9 al 14. Jesús cuenta la historia de dos hombres que fueron al templo a rezar. El fariseo, respetado y considerándose santo ante la sociedad, ora con orgullo y arrogancia. La oración del publicano parece más una oración a sí mismo y no a Dios. En cambio, el publicano, visto como pecador, reconoce su debilidad y reza humildemente por la misericordia de Dios.


La lección central es la importancia de la humildad y sinceridad en nuestra relación con Dios. El fariseo confía en su imagen de “santo”, menosprecia al publicano y se ensalza a sí mismo. Jesús nos advierte que los que se ensalzan serán humillados, mientras que los humildes serán enaltecidos.

El publicano, en contraste, reconoce sus faltas, depende de la gracia de Dios y encuentra perdón. Jesús nos anima a seguir su ejemplo, a reconocer nuestras limitaciones, buscar la misericordia divina y vivir con humildad y compasión hacia los demás.


En nuestras vidas, a menudo nos enfrentamos a la tentación de confiar en nuestra superioridad y menospreciar a los demás. La parábola nos insta a examinar nuestros corazones, acercarnos a Dios con humildad y sinceridad, experimentando así su gracia transformadora y siendo instrumentos de amor y misericordia en el mundo.


Hoy nos preguntamos, “¿Cómo es que rezamos - como el fariseo o como el publicano?” Oremos para que aprendamos de la lección del fariseo y el publicano, buscando siempre la humildad en nuestras oraciones y acciones. Que el Espíritu Santo nos guíe hacia una vida de amor, compasión y perdón, que refleje la gracia recibida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


Que Dios les bendiga.