En este primer salmo, que es como la introducción a todo el Salterio y contiene en resumen todas sus enseñanzas, se demuestra que la verdadera felicidad consiste en nuestra unión con Dios mediante la meditación y observancia de su ley santísima; y que en

Grillos de hierro maltrataron su alma, o a él. En S. Lucas se lee una expresión semejante, que Simeón dijo a la Santísima Virgen: “ a tu misma alma traspasará la espada”. En una y otra se explica una angustia y tristeza de ánimo muy grande.

Aunque lis israelitas lisonjeaban a Dios con fingidos propósitos y confesiones, no los castigaba Dios como merecían, pues el Señor es justo y misericordioso aun con los réprobos.

El profeta, en nombre de toda la Iglesia, da a Dios rendidas gracias por haberla librado de alguna calamidad y celebra las bendiciones y bienes espirituales que derrama sobretodo los suyos.

El profeta ensalza el poder y misericordia del Señor, que resplandece en la defensa y conservación milagrosa de su Iglesia, a la cual llenan de gloria los esfuerzos inútiles de sus mismos enemigos. Son convidados todos los pueblos que vengan a contemplar

David se vuelve a Dios como juez a su inocencia, rogándole que lo salve del furor de sus enemigos: se lamenta del abuso que hacían ellos de los bienes temporales contra los buenos, y se consuela con la esperanza de la vida eterna.

El salmo 9 es eucarístico, en el que David se muestra agradecido al Señor por haberle librado de un modo singular de sus enemigos. Concluye la segunda parte del salmo pidiendo un legislador, Jesucristo, autor de la Ley nueva, que con su doctrina había de

En el siglo XIII, siete nobles florentinos unidos por la caridad, se retiraron a una humilde casa de campo para meditar sobre la Pasión de Cristo y los dolores de su madre afligidísima. Recorrieron con su predicación Alemania, Francia, Italia y Polonia.

David, autor del salmo 8, rinde en él un fervoroso tributo de admiración al Señor, cuya grandeza y magnificencia ensalza, contraponiendo las maravillas de la creación a la pequeñez de los hombres.

“Alabaré con cánticos el nombre de Dios y lo ensalzaré...”, aplicado a Jesucristo quiere decir: haré que mis fieles en mi Iglesia rindan perpetuas gracias a Dios, que será el sacrificio espiritual por el cual aboliré todos los antiguos corpora